Según este artículo de ABC la manera como padres, que educamos a nuestros hijos viene heredado, y a pesar de las buenas intenciones de cómo hacerlo, es el pasado y la experiencia propia que controla esto más que el modelo mental. Carlos Pitillas, profesor de Psicología de la Universidad Pontificia de Comillas y autor de ‘El daño que se hereda’ comenta que “el que tuvo un progenitor muy estricto y crítico intenta después ser blando y permisivo con sus hijos, pero esta motivación planificada cambia al aparecer en escena los fantasmas del pasado que descontrolan todo” y acaban siendo como fueron sus padres con ellos. Aparentemente hay dos cosas que se pueden hacer para cambiar este comportamiento:  rodearse de amigos, o parejas, o conocidos que aportan seguridad, respeto y reconocimiento (cosas que faltaron seguramente en la infancia) y la alternativa es hacer una reflexión sobre cómo el pasado influye en el presente y como padre o madre reflejar sobre las diferentes influencias que dirigen el comportamiento para llegar a la conclusión de cómo debería de tomar decisiones con más libertad. Nuestro pasado nos condiciona, pero podemos ir más allá de esto y crear nuestro propio comportamiento sin patrones del pasado.

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